Agua, en medio tuyo empiezan los primeros latidos de la vida.
En tu juego nos entretuviste días enteros de nuestra infancia.
Al principio con llanto, alitas y muchos “¡mamá!”
Luego con marco polo, la mancha, y la aventura del mar.
En tu profundidad no regalas el silencio perfecto, la paz.
En tus gotas, limpias tristezas, lavas la tierra, y la nutres para seguir su andar.
En tus burbujas se despliega una belleza sin par, toda una música, en un mudo cantar.
En ti nos permites movernos con libertad, abrir nuestros brazos y creer que podemos volar.
Te rompes con facilidad, nos envuelves en tu juego, y vuelves pronto a tu estado original.
A los ciegos, los empapas de realidad, transformando el miedo a lo invisible en un abrazo fraternal.
En cubitos, en lagos, arroyos, océanos, nubes o glacieres…nos rodeas por toda la tierra.
Cada forma que tomas es una oportunidad para contemplar.
Agua, en ti nació la vida. Te debemos cuidado y respeto.
El día que no estés, ¿cómo habremos de continuar?