Malacate




El sol se fue, pero el día no acaba. Todavía está tibia la tierra, todavía se divierten en el cielo los colores, manchando las nubes con amarillos que se vuelven rojos, rojos que se vuelven violetas, violetas que se vuelven azules profundos. En este paraíso de apenas unos minutos, todo se ve diferente. Inmenso. Sagrado. Y en ese momento, sin permiso, un caballo se acerca y pide una caricia...

No hay comentarios.: